“¿Es posible que uno no recuerde lo más importante del mundo?.” (Sturgeon)
Llámense razones,las que salen de entre vínculos (nuestras razones), propias, las utopías que nos mueven, simples deseos, anhelos. La mayoría del tiempo no vamos pensando o recordando lo más importante del mundo, para cada uno de nosotros. Nos olvidamos, de acordarnos el por qué de andar aca .
Desvío el tema unos grados…pero siguiendo en esas cosas que nos mueven. Esto en realidad pensaba llamarse “Placeres Amelié” (Si, de esa peli francesa de la minita un tanto extraña pero más que genial).
Se me ocurre nombrar algunas de esas sensaciones a modo de inventario, recordar pequeñas cosas que me llenan de satisfacción, por su estupidez, sencillez, espontaneidad, o simplemente por ser un placer automático. Amelié disfrutaba ,por ejemplo ,de meter sus dedos en las bolsas de granos , hacer sapitos en una fuente, o contar hipotéticamente cuánta gente estaba teniendo un orgasmo en su ciudad entre muchos gustos.
A mi me encanta andar en bici por la vereda…es algo que puede más que yo, me siento omnipotente, -Córrase doña! Déjeme pasar, y con la omnipotencia viene la soberbia ,pero solo dura unos segundos, no ando pechando doñas por la vida, jaja.
Tengo algunos placeres que pasan por religiosos…porque siempre tengo que hacerlos, como tomar un té o café después de almorzar, y el café en todo momento es perfección.
Amo tener un libro nuevo, viejo, nuevo en mis manos, prestarlos, regalarnos y que me los regalen, son los inventos más importantes y mortales de la historia. Son una estadía solitaria, pero que te traen al mundo a tus manos, me dirán que internet es más especifica e interminable para esas cosas y que ha dejado obsoletos a los libros… yo les digo : allá ustedes.
Hay muchos más pero mejor me voy…no es mi idea que sepan leer mi alma después, y las cosas que dan razón a mi existencia.
¿Alguien de por ahí quiere contarme sus “Placeres Amelié”?